En la mañana del martes 10 de setiembre la Universidad de Concepción del Uruguay, llevó a cabo un acto en homenaje al Día del Maestro.
En él, la directora del Palacio San José y miembro del Centro Cultural Urquiza Arq. Ana María Almeida hizo uso de la palabra recordando la fecha y las figuras de Sarmiento y Urquiza. Ese es el texto que queremos compartir con nuestros lectores de La Ciudad.
La Arq. Almeida dijo:
Hoy nos encontramos aquí para hablar de un acontecimiento histórico que marcó un hito en la reconciliación política de nuestro país. Es importante recordar que, durante muchos años, Argentina estuvo dividida por fuertes tensiones políticas entre unitarios y federales. Sin embargo, esta visita simbolizó un momento de unidad y reconciliación entre dos figuras
claves de nuestra historia.
Nos referimos a la visita de Domingo Faustino Sarmiento al Palacio San José en 1870, donde se encontró con Justo José. de Urquiza, quienes en tiempos anteriores habían coincidido cuando tuvieron un enemigo común: Juan Manuel de Rosas, pero la fuerte tensión política luego de Caseros los había convertido en antagonistas irreconciliables. Sin embargo, con el
correr de sucesos políticos esa ruptura comenzaba a perder fuerza y dos valiosos interlocutores -por un lado, el senador Benjamín Victorica, y Dalmacio Vélez Sarsfield, amigo del sanjuanino- fueron los encargados de limar asperezas.
A mediados de 1868, las cuestiones de la política volvieron a ubicarlos del mismo lado de la balanza. Fue entonces que tuvo lugar un gesto informal del gobernador entrerriano que posibilitó dejar de lado antiguas, y también, recientes desavenencias.
En una carta remitida desde el Palacio San José, el 24 de junio de 1869, Urquiza le envió un regalo y una carta que decía:
Excelentísimo Señor Presidente de la República, Don Domingo Faustino Sarmiento.
Estimado Señor Presidente y amigo:
Acordándome de las horas que Vuestra Excelencia tiene que permanecer en su bufete, me
tomo la libertad de remitirle un rob de chambre y un gorro, para que lo use en mi nombre,
no fijándose en su importancia, sino como un recuerdo de su afectísimo y amigo, Justo
José de Urquiza.
El 2 de julio, el presidente le agradeció el obsequio y le remite:
Mi distinguido General:
Recibí anoche en robe de chambre a los ministros y amigos que venían a felicitarme y
felicitarse por el espléndido triunfo que obtuvieron ayer en el Senado las sanas doctrinas
del Gobierno. Esto le mostrará que me consideraba honrado con su obsequio y hacía alarde de ello.
El birrete de cachemira inspirará algún canto báquico a La Nación.
Es dable destacar que en ese momento la relación de Sarmiento y Mitre no pasaba por un buen momento y sin duda Sarmiento se refiere a que se reflejaría con un comentario despectivo en el diario de Mitre.
En su parte final en la carta enviada por Sarmiento aludía a un serio objetivo en que ambos trabajaban:
“Sé con gusto que el Entre Ríos se ocupa de Escuelas.
Ayúdelas en mi nombre y el suyo”.
Fue en julio de 1869 que aquel primer paso fue acompañado de una segunda demostración.
Urquiza invitó al presidente a visitar Entre Ríos. Sarmiento se apresuró a responder, aceptando la invitación y a mediados de enero de 1870, confirmó que visitaría a Urquiza durante una gira presidencial; la primera que llevaría adelante por el país.
Fue entonces, en la mañana del 3 de febrero de 1870, día del aniversario de la batalla de Caseros que Sarmiento desembarcó en Concepción del Uruguay y en el propio muelle se confundió en un abrazo con el General Justo José de Urquiza.
En este homenaje al que asistimos, conmemorando una fecha particular de nuestro calendario, es mi intención destacar un aspecto que fue un hilo de unión en los pensamientos de estos próceres, me refiero a las políticas educativas que llevaron adelante en sus tiempos de conducción.
Urquiza es reconocido por su adelanto en educación pública. Como gobernador de Entre Ríos, se adelantó veinte años al resto del país con su proyecto implementado a partir de 1849. En una carta dirigida a Antonio Crespo expresaba:
«mis afanes, mis desvelos y conatos para enseñar e instruir a esta joven generación son contraídos y encaminados al loable fin de propagar la civilización».
En ese mismo año, Sarmiento editaba su obra «La Educación Popular» compartiendo el concepto de educación para todos. Sin embargo, mientras Sarmiento basaba sus ideas en su formación intelectual y experiencia en Estados Unidos, Urquiza las tenía por intuición y visión realista. Ambos líderes concebían la educación como complemento necesario para
fortalecer el sistema republicano y capacitar a las personas para ejercer plenamente sus derechos ciudadanos. Urquiza implementaba políticas necesarias en Entre Ríos para asegurar que todos fueran incluidos en el proceso educativo.
Además del acceso universal a la educación primaria, Urquiza proyectaba crear dos escuelas normales -en Paraná y Concepción del Uruguay- para superar la falta de maestras capacitadas. También promovía la enseñanza práctica orientada hacia el trabajo productivo como agricultura e industria.
La creación por parte de Urquiza de la Junta Directora Instrucción Primaria demostró su compromiso con la educación de calidad y su visión integral de la política educativa. Esta junta tenía la función de designar preceptores, aprobar planes de estudio, otorgar premios y garantizar la obligatoriedad de la instrucción primaria. También se preocupó por atraer a intelectuales y profesionales capacitados para fortalecer el sistema educativo. Contrató
docentes de Buenos Aires y Montevideo, así como refugiados políticos que se encontraban en Entre Ríos y gozaron aquí de libertad y respeto a sus derechos.
No solo se destacó en el ámbito académico, sino también en el fomento del arte y la cultura.
Fue precursor en la enseñanza de música en las escuelas, una disciplina que muchos consideraban innecesaria. Incluso sus propios hijos ofrecieron conciertos para los visitantes del Palacio San José.
En la Constitución de 1853, se sentó las bases para la organización del sistema educativo universitario; establecía que el gobierno nacional tendría la facultad de promover el progreso de la educación, ciencia y artes en todo el territorio argentino. Además, garantizaba a las provincias la autonomía en materia educativa y disponía que cada provincia debía dictar sus propias leyes y mantener sus instituciones locales.
En 1856, siendo presidente de la Confederación Argentina Urquiza dispuso la
nacionalización de la Universidad de Córdoba, por ley Nª 88, sancionada el 9 de septiembre de 1856, se aprueban cuatro decretos del Poder Ejecutivo nacional, el primero de ellos con fecha 29 de mayo de 1854, “declarando nacional la Universidad Mayor de San Carlos, en la ciudad de Córdoba”. Este fue el comienzo de una evolución que la Universidad de Córdoba afianza en el año 1918.
Justo José de Urquiza carecía de una instrucción completa, pero tuvo la virtud de convocar a los mejores asesores y así en lo educativo armó una verdadera selección convocando a Marcos Sastre, Alberto Larroque, Luis José de la Peña, los sacerdotes Manuel Erausquin y José Delgado; Juan Casas, Lorenzo Jordana, Domingo Ereño, José Sagastume, Lucas Fernández, Miguel Vidal y José Miguel Galán sin dejar de recordar los servicios de su apoderado en Bs. Aires el Dr. Vicente López y Planes que desde la capital le brindaba su
prudente mediación en múltiples temas de Estado.
Se preocupó por la enseñanza práctica orientada a la producción, por lo que se lo puede incluir en la línea de pensamiento que inauguró Belgrano y siguieron Alberdi y Sarmiento.
Por ello ordenó que en cada pueblo de campaña se instalara una chacra/escuela cuyo producido allí mismo se consumía o en la zona. Este avanzado concepto sobre las ventajas de la enseñanza práctica marcó un antecedente con respecto al proyecto de Osvaldo Magnasco.
Por orden suya, en los campamentos de Calá, Arroyo Grande y El Tonelero, los soldados alfabetizados debían instruir a los otros. Tenía una clara noción de la importancia de la cultura y aprovechó el aporte de foráneos, a quienes atrajo con tentadores sueldos para incorporarlos a la docencia y a otros planos de la vida cultural, como el periodismo. Así vinieron grandes educadores: Marco Sastre, Luis J. de la Peña y Alberto Larroque;
Es importante tener en cuenta que este contexto histórico sentó las bases para el desarrollo del sistema educativo argentino y allanó el camino para futuras transformaciones e iniciativas relacionadas con la educación superior.
El legado educativo de Urquiza perdura hasta nuestros días. Su visión inclusiva sentó las bases para una verdadera política educativa promoviendo un acceso equitativo a la educación para todos los sectores sociales.
En conclusión, la visita de Sarmiento al Palacio San José en 1870 marcó un momento histórico tanto por su significado político como por el encuentro entre dos visiones complementarias sobre la educación. Urquiza fue un adelantado, sentando las bases para un sistema equitativo que buscaba elevar a toda Argentina al más alto grado de progreso y adelanto.
Además del significado político, la visita también tuvo importancia simbólica. Sarmiento era reconocido como uno de los mayores impulsores de la educación pública en Argentina, mientras que Urquiza había sido pionero en este campo con su proyecto educativo implementado décadas anteriores. Ambos compartían la visión de una educación inclusiva para todos los sectores sociales.
La reconciliación entre Sarmiento y Urquiza fue vista como un ejemplo para el país y sentó las bases para una mayor unidad nacional, sin dudas contribuyó a fortalecer el proceso de organización nacional luego del período confederado y reunificación con Buenos Aires, pese a no haber sido comprendido por algunos.
Aprendamos hoy, siendo ciudadanos de Concepción del Uruguay, ciudad CUNA DE LA ORGANIZACIÓN NACIONAL, del ejemplo visionario e inclusivo que nos dejaron ambos líderes: Justo José de Urquiza y Domingo Faustino Sarmiento.
