por José Florentino Beorda –
Fábula
Ref. “Fábula del halcón”
“El halcón y su parábola”
Parado sobre la roca –piedra- esperaba allí.
Mis pasos, ni presurosos ni a letargo, dejándome pensar.
Sólo y a la distancia, lo agudo de su mirar punzante, de vez en vez, distraía mis cabildeos sobre la realidad.
-El paso cansino administra tus fuerzas.
Así abrió aquel diálogo inolvidable, hoy por hoy.
-Seguí las acrobacias de tu vuelo que me trajeron hasta aquí.
Presuntuoso quizás, mostró abierta sus alas azuladas con suave inclinación al gris, mientras su interlocutor silenciaba sonidos… para escuchar.
-Hemos hablado desde el árbol, para Lo Orgánico. Hablemos de Lo Justo… desde la piedra.
Para mis adentros, sé que en su pautado graznar, volvió a sonreír.
-Pero acaso, ¿no vence el agua a la piedra? Pude balbucear.
-El agua, aquí, son las ideas, si así lo deseas. La piedra es el Acto. El comportamiento. Lo arriesgado o lo prudente de tu decisión.
Muy cerca de sí pude observar lo indescifrable y profundo de su pupila radar y el afilado garrote del encorvado pico voraz. Sin embargo, por algo estaba yo, allí, sin temer.
-¿Cómo saber que Lo Justo es lo que se corresponde en cada ocasión?
-Porque Lo Justo te volverá noble y apaciguador. Paciente y cauto. Equilibrado… Constructor. Aunque, seguro, antes, debes comprender…
Si lo primero fue dicho con sus pupilas bravas observando las distancias para sí… lo segundo, no. Había girado su inescrutable y peregrino rostro procurando calar a fuego de mirada, mi adormecida conciencia argumental.
Por ello, prosiguió…
-Nada es fácil para ti.
Si lo has perdido, recupera tu saber. Tu sentir, y luego…
No debes fingir lo que no eres.
No debes conducir lo que no conoces.
No debes aceptar lo que te sojuzga… y hiere.
-Pero, acaso ¿es que me dictas una ley?
Mientras comenzaba su aleteo al infinito…
-No; no. Es apenas si un bosquejo de cuanto Lo Justo exige.
El espacio, luego, dejándome absorto, pensativo… se lo devoró.