Por Alfredo Guillermo Bevacqua –
El martes último, pasado el mediodía, el presidente de la Nación, Ingº Mauricio Macri recibió a la nueva cúpula de la Conferencia Episcopal Argentina, encabezada por monseñor Oscar Ojea, obispo de San Isidro. Como es habitual, los visitantes fueron portadores de un obsequio para el primer mandatario, aunque a Borges, esto de “presidente” y “primer mandatario”, no le agrada; pero de él ya nos ocuparemos.
Es público que entre las predilecciones de nuestro presidente, la lectura no ocupa un lugar privilegiado. En sus discursos –al menos en aquellos que improvisa- no aparecen menciones a textos o autores, no aparecen frases que nos acerquen el recuerdo de un libro. Por ahora, quinientas palabras parecen ser suficientes.
Recordamos haber leído una crónica periodística de un verano esteño, en el que el periodista, descubre a Mauricio Macri, leyendo en la placidez de un atardecer en la playa. No pudo con la curiosidad que impulsa a los de su profesión, y pudo observar que libro leía quien años después se convertiría en presidente de los argentinos. Se trataba de “La virtud del egoísmo”, de la filósofa estadounidense, de origen ruso judía, Ayn Rand, para quien “la libertad política no puede existir sin libertad económica. Una mente libre y un mercado libre son también corolarios’. Para la autora, “el egoísmo es la preocupación por el interés personal’, y todo ataque contra el ‘egoísmo’ es un ataque contra la autoestima del hombre.
En varias ocasiones el presidente ha mencionado que lo apasiona la vida del líder negro Nelson Mandela, y que muchas veces cuando debe tomar una decisión, recurre a la biografía del sudafricano, para saber cómo ha actuado en una situación similar. Aunque en la dirección de sus decisiones de gobierno, parece haber salteado el párrafo en que Mandela dice: “Una nación no debe juzgarse por cómo trata a sus ciudadanos con mejor posición, sino por cómo trata a los que tienen poco o nada”. En definitiva, el presidente lee; es obvio, que la naturaleza de tan importante responsabilidad, reste tiempo para ese placer.
Porque traemos esto a colación, simplemente porque los obispos, le regalaron en su visita un libro al presidente: “Compendio de la doctrina social de la iglesia”
En la Iglesia argentina, muchos de sus componentes sostienen como verdad indiscutible que el peronismo es el movimiento político argentino cuyas ideas más fielmente reflejan la Doctrina Social de la Iglesia. Por el contrario, otros afirman que esa “identificación ingenua debe quedar confinada definitivamente al arcón de los recuerdos”, razonamiento esbozado especialmente a partir del pontificado de Juan Paulo II.
Pero para aquellos aferrados al primer concepto mencionado, está la afirmación del asesinado padre Carlos Mujica, quien sostenía que “el peronismo es la doctrina social de la Iglesia encarnada en nuestro pueblo”.
Muchas citas del General Perón avalan esa certeza. Se destacan especialmente dos: al principio y al final de tres décadas decisivas en la historia argentina: en 1945 y 1974. Una, extraída de un discurso pronunciado el 14 de diciembre de 1945, dice que “nuestra doctrina ha salido en gran parte de las encíclicas papales y es la doctrina social cristiana”.
La otra, en 1974 en el “Modelo Argentino para el Proyecto Nacional” dice: “existe una cabal coincidencia entre nuestra concepción del hombre y del mundo, nuestra interpretación de la justicia social y los principios esenciales de la Iglesia” y puntualiza también que “la Iglesia y el justicialismo instauran una misma ética, fundamento de una moral común”.
Luego de la audiencia y del valioso obsequio, la CEA emitió un escueto comunicado sobre lo conversado: “En un diálogo cordial, y sin agenda previa, se habló durante casi una hora, con franqueza y claridad sobre la situación socio-política que está viviendo el país. En ese contexto, los obispos expresaron al Presidente de la Nación sus preocupaciones por la situación de los jubilados, la magnitud de los hechos de violencia registrados y la característica de la respuesta de las fuerzas de seguridad. Asimismo, le manifestaron la necesidad de que en esta coyuntura económica, el mayor esfuerzo lo realicen los que más tienen», detalló la CEA.
Es decir, le hablaron del ajuste a los jubilados, por la violencia instalada en la sociedad, por la represión sufrida por quienes se expresaban ante la quita de derechos y por la atención que merecen quienes son pobres, pero por sobre todo personas.
Lo acontecido el lunes, el encuentro del presidente y la Conferencia Episcopal, el regalo de estos y el simbolismo que encarna, nos trajo a la memoria el comienzo del Poema de los dones, de Jorge Luis Borges, que dice:
“Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.”
