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La gran deudora del sur

Por Juan Martín Garay (*)     –      

El Gobierno Argentino ha llegado a un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, y según dijo el Presidente Alberto Fernández: “no contempla restricciones que posterguen nuestro desarrollo. No restringe, no limita ni condiciona, los derechos de nuestros jubilados que recuperamos en el año 2020. No nos obliga a una reforma laboral. Promueve nuestra inversión en obra pública. No nos impone llegar a un déficit cero. No impacta en los servicios públicos, no relega nuestro gasto social y respeta nuestros planes de inversión en ciencia y tecnología”.
Ante el advenimiento de mayores complicaciones a las existentes en el plano económico del país, existía -sin acuerdo- un gran problema que requería una urgente solución y abordaje, con un marco razonable y posible de cumplimiento. “La confianza no se compra en un bazar” reza un dicho popular; acá se pone mucho en juego, pues este acuerdo representa la “famosa” confianza del mundo hacia las capacidades de cumplimiento efectivo por parte de éste y los gobiernos que sigan.
Se requerirá de un crecimiento económico para honrar nuestras obligaciones, pero cerrando los números con “la gente adentro”, ordenando las cuentas públicas sin condicionar a las políticas públicas de justicia social.
“Para ser instrumento de dominación, el préstamo requiere el desarrollo de una política económica que converja a su finalidad”. Raúl Scalabrini Ortiz.
Rehenes de nuestra propia historia, reiterativamente repetida, debemos pensar si no es dable aceptar aquello que expresa Karl Marx -en razón de Hegel- en el “18 de brumario de Luis Bonaparte” de que “la historia se repite, primero como tragedia, después como farsa”. Seguimos asistiendo aún a los problemas no resueltos de los coletazos del “Programa de recuperación, saneamiento y expansión de la economía argentina”, que el ministro de economía de la dictadura, José Martínez de Hoz, presentó el 2 de abril de 1976. Con él se produjeron profundos cambios en la estructura económica que terminaron por conformar un nuevo modelo basado en la acumulación rentística y financiera, la apertura externa irrestricta (comercial y de capitales), y el disciplinamiento social. Se destruyó así el aparato productivo, llevando a la Argentina a una desindustrialización acérrima y a un marcado endeudamiento externo. Luego la historia nos da a conocer que hubo etapas más descarnadas aún (y de “relaciones carnales”), como la de Carlos Menem y Fernando de la Rúa -con Domingo Cavallo como protagonista clave-, y una celebrada cancelación de deuda con el FMI llevada adelante por el Presidente Néstor Carlos Kirchner.
“Curiosamente, los votantes no se sienten responsables de los fracasos del gobierno que han votado”. Alberto Moravia
Dijo el presidente Fernández que “la historia juzgará quién hizo qué. Quién creo un problema y quién lo resolvió”. Lo cierto es que en el gobierno de Mauricio Macri se fugaron 44.000 millones de dólares que el Fondo nos prestó a todos los argentinos. Sin prurito alguno, en una entrevista con CNN Macri expresó: «La plata del FMI, que es la plata de los demás países, la usamos para pagar a los bancos comerciales que se querían ir porque tenían miedo de que volviera el kirchnerismo».
Los datos crudos indican que cuando Macri asumió el 10 de diciembre de 2015 recibió una Nación que debía el 37,46% del PBI, y que cuando terminó su mandato el 10 de diciembre de 2019 entregó una Nación con una deuda de casi el 95% del PBI. Desde el 2015 al 2019 el PBI se achicó en 210.000 millones de dólares y la deuda aumentó en 163.000 millones de dólares.
Para que cobre vigencia plena este nuevo acuerdo con FMI, darle validez jurídica y que sea considerado un compromiso válido, este acuerdo se elevará al Congreso de la Nación para su consideración, pues se necesita de una Ley que lo apruebe expresamente. Por consiguiente, habrá que “cabildear” mucho para lograr el apoyo de la oposición.
Como colofón, me permito expresar una brevísima pincelada de opinión, mi formación me hace reflexionar que a la economía hay que verla con rostro humano, dotarla de alma y concebirla con un marco de referencia a lo social, con valores básicos que la rijan, teniendo en el centro a la persona humana, buscando “cerrar números” sin marginados ni excluidos. Por todo lo vivido, nuestra historia reciente y la no tan reciente, tengamos memoria, fundamentalmente para no repetir los mismos errores, porque la Nación es una construcción colectiva de todos.

(*) Secretario de Gobierno de la Municipalidad de Concepción del Uruguay. Presidente de Bloque Concejales PJ 2017-2019. Presidente Comisión Hacienda y Presupuesto 2015-2019.

(fuente: Diario La Calle)

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