Por Roque José Giovenale –
Tras 80 años de un existir bendecido, el 16 de agosto, partió hacia la eternidad el Pai Julián. Se fue rumbo hacia “…la tierra sin mal…” a ese cielo, que con mil gestos de amor, con una vida entregada a los demás,él ya empezara a vivir y a contagiar en su querida Corrientes o en cualquier sitio que le tocara pisar. Enhebraba su compromiso con la justicia social al de la defensa de los recursos naturales de la región
Este querido sacerdote y músico popular había nacido en Paraje El Centinela, Ituzaingó, Corrientes, el 29 de septiembre de 1939.
Desde la luz de la fe y de su sentir conociؚó profundamente el alma de su pueblo. A ese saber su corazón lo hizo poesía y lo volcó con singular estilo en recitados y canciones. Explicó como pocos, quizás como nadie el Ñandereco(nuestra manera), un modo arraigado en su tierra de comprender la vida, de entender la muerte.
Así nos habló de su gente “Va a cambiar, es cosa de tener paciencia…esa vieja ciencia de los poriajú”(de los chacareros humildes).
Escribió, recitó y cantó a momentos dolorosos e injustos de la historia guaraní como aquel genocidio llamado Guerra de la Triple Alianza y a otros hechos o situaciones más recientes, “…de corazones estafados…” como aquel donde jóvenes correntinos “…dejaron sus huesos en Malvinas y Soledad…”,
También tuvo presente a los momentos de fiestas, de música, de bailes encendidos cuando al acordeonista chamamecero “…la alegría le retoza en el alma y le florece en los dedos…”
No faltaba su decir en defensa del agua de nuestros ríos, del Acuífero Guaraní y del “Iberá.
En cada escenario, invariablemente, desde “ Chamamecero”, “Ramona Rosa Vallejos”, “Niña de Ñangapirí”, “El Avío del Alma” “Los Ramones” , “Pimpollo”, “ Soy Región” y muchas composiciones más, lucía esa virtud de emocionar, de conmover, de llegar hasta el alma, de impulsar a ser mejores.
En reiteradas oportunidades visitó Concepción del Uruguay, junto a su grupo “Neike Chamigo”(significa: ánimo, adelante amigo), con la voz de Rosita Leiva, una cantante al mejor estilo litoraleño. Lo escuchamos en épocas ya lejanas en una noche del Itapé de Folklore en la ex cancha de San Lorenzo, también en Parroquia San Roque. En tiempos más recientes supo emocionarnos en el corazón de la ciudad, a los pies de la histórica pirámide y nuevamente hace poco menos de un año cuando en su venida mantuvo charlas con alumnos del histórico Colegio del Uruguay y luego cerró musicalmente en el Scelzi, junto al músico Santiago Torres, y los conjuntos “La Solapa” e “Itay”.
También supieron actuar en Concepción, “Los de Imaguaré” con Julio Cáceres a la cabeza, permanentes difusores de la poesía de Julian Zini. Sigue siendo recordada una lucida actuación de este grupo en una lejana noche de Club Rivadavia.
Julián Zini, a través de su repertorio, nos mostró en cada caso el amor a su tierra y a su gente.
“Mi Mesopotamia
Mi verde nordeste
Sos raíz vertiente de mi inspiración
Si escarbo en tu tierra
Si me hundo en tus ríos
Si pulso el latido de tu población.
Si ando tus caminos
Si hablo con tu gente
Me siento pariente”
Me siento región.”
Paralelamente llamaba a vivir con generosidad;
“Le hablo de esas ganas de brindarse a todos,
del corazón grande, valiente y capaz,
de jugarse entero y encontrar el modo
de salir a flote en la adversidad.
Le hablo de esa mano tendida y abierta,
con el gesto antiguo de la caridad,
mano de CHAMIGO que se da sin vueltas,
del que abre la puerta y ofrece su pan…
Avío del alma hecho de franqueza,
sencillez, respeto, hombría y lealtad…
Ya ve, siendo pobre, lleva una riqueza;
recuerde: se aumenta, compartiéndola.”
Se fue, pero dejó mil razones para permanecer en el corazón de quienes lo conocieron. Nos regaló frases, de esas recomendables para leerlas o escucharlas y empeñarse en vivirlas cada día. Basta recordar:
“…Para salvarse hay que juntarse y arremangarse, Neike Chamigo!
“Hay una fuerza imbatible, se llama…Dignidad”



