Cada 28 de julio, se renueva la celebración de aniversario de nuestra histórica casa. El Colegio del Uruguay, fundado por el General Justo José de Urquiza en el año 1849, será la primera institución educativa de carácter laica y gratuita del país. Por sus aulas pasarán innumerables alumnos, muchos de los cuales, una vez egresados, alcanzarán grandes logros en diferentes ramas: ciencia, medicina, literatura y letras, jurisprudencia, cargos públicos, entre otros.
El Colegio inició sus actividades en una pequeña casa, mientras Urquiza la ordenaba a Pedro Renón, Maestro Mayor de Obras, la construcción del edificio definitivo, el cuál fue finalizado el 18 de octubre de 1852. El mismo sería imponente para una ciudad de edificaciones chatas, ocupando, en principio, media manzana, con una sobria configuración post-colonial, aunque con rasgos italianizantes. Poseía, a la usanza de la época, un elevado mirador que dominaba el conjunto y estaba estructurado en torno al patio, de tipo claustral.
De este lugar, muy alto, en medio de un caserío provinciano, se podía distinguir a la distancia a cualquier ingresante o intruso que llegara a la ciudad. Fue así que el antiguo mirador jugó un papel destacado en la defensa de esta ciudad en 1852 ante la invasión de las tropas porteñas. El 21 de noviembre de 1852, el Colegio, con sus alumnos y docentes, como también con lugareños de la Villa, y al mando del capitán Fidel Sagastume, sería símbolo de la heroica defensa de la ciudad, ante la invasión de las fuerzas porteñas y correntinas que, al mando de Juan de Madariaga, trataban de impedir la realización del Congreso Constituyente de Santa Fe.
Para la década de 1860, el Colegio sería también “Legislatura Provincial”. Frente a esta nueva resolución, el Rector Vico deberá ocuparse de ceder parte del edificio. Dice el mismo en una nota: “el ala del edificio frente al norte es la que se ocupa con la imprenta, habitación del ecónomo, la dirección y gabinete de física. Tal es el servicio que presta fuera del pequeño encierro (calabozo), el más inadecuado e insalubre que está bajo la escalera del mirador”.
Con los años comenzaron las quejas de los distintos rectores por las condiciones en que se encontraba el histórico edificio: a las grietas y los techos que se iban cayendo, se sumó la toma que hicieron de la Institución, luego de la muerte del Gral. Urquiza, las fuerzas de López Jordán. Recordemos que, en aquella última invasión, quien dirigía las operaciones era el Coronel Sourigues desde el mirador, lugar donde una bala lo alcanzo hiriéndolo mortalmente.
Fue entonces, a partir del rectorado del Dr. Agustín Alió, que se comenzará a gestionar el arreglo y la ampliación del edificio por el aumento de alumnos, pero será recién a fines de 1934, cuando el Ministerio de Obras Publica de la Nación ordenará al Rector Haedo el desalojo del edificio, para el comienzo de las obras de reparación, que implicarán la demolición de casi todo el edificio, quedando solo el frente y el mirador que fueron considerados de mayor valor histórico. Se derribaron las aulas y habitaciones dobles, que existían en las alas norte y sur, transformándose en enormes galerías al desaparecer las habitaciones internas que daban al patio.
En el año 1940 se esparce en la comunidad educativa local una noticia preocupante: el ministro había firmado la orden de demolición del Histórico Mirador sin considerar lo que esto representaba. Firmada por los ex alumnos Wenceslao Gadea, Delio Panizza, Julio Reibel, Pedro Martínez Piñón, entre otros se hizo una invitación destinada a los ex alumnos del Colegio Nacional y a los que se convocaba para tratar el preocupante tema, con fecha del “domingo 14 de agosto, a las 10 horas en el Centro Comercial”. Resultado de esta reunión se le envía una nota al ministro oponiéndose a tal idea, logrando finalmente el objetivo.
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Con el transcurso de estos 172 años, el Mirador del Colegio se fue conformando como un símbolo para la institución, pero también para la ciudad. La torre ocupó sus diversas funciones: ser vigía de la Villa, estación meteorológica, dormitorio, depósito, mapoteca, centro de estudiantes, entre otros.
El mirador es eso, un espacio que mira, que nos mira, como habitantes idealistas y luchadores, haciendo repicar su campana cada día, que desde lo alto nos grita ¡Despierta soñador, hay que iniciar la jornada! Suena para sus alumnos ¿Pero no suena también para todo el resto de la ciudad? Hay algo entre sus muros que trasciende todo tiempo y circunstancia. Como un monumento que nos conecta más allá de cualquier hora. A lo largo de su existencia fue un sitio mítico, romántico, misterioso, inspirador. Pocos espacios han dado a la ciudad tantas poesías.
¡Celebramos en este nuevo aniversario la Puesta en Valor de esta noble e histórico espacio de nuestra casa educativa, que vuelve a abrirse a la comunidad!
«Está trepando la altura
el corazón del Colegio,
y se detiene allá arriba,
prisionero de su empeño.
Se contempla la cuidad
desde el alto parapeto.
¡Qué hermosa está mi Uruguay
mirada desde mi afecto! …
La campana está dormida,
y están velando su sueño
los gorriones de la plaza
y un nervioso benteveo.
La campana está dormida,
pero su bronce parlero
despierta cada mañana
con la prisa de un arpegio…
Y se lanza por los aires
Como pájaro viajero,
Que ha abandonado su nido
En la sed de un nuevo vuelo.
¡El mirador! ¡Cuánta historia
en cada ladrillo viejo!
Cuánta secreta verdad,
Cuánto coloquio secreto.
Los escalones que suben
Guardan nombres y recuerdos.
¡Cuántas voces olvidadas
sonando en sus recovecos!
Y cuántos hombres ilustres
que en el Colegio estuvieron,
desde el fundador insigne
que lo nombro su heredero.
Está trepando la altura
el corazón del Colegio.
En el mirador condensa
su constante sed de cielo».
María Luisa del Huerto Casanova (Marisa Allende)
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Coord. Bibl. Sonia Colombo
Lic. Pedro Fruniz
Prof. Lucía Gauna
Equipo de Archivo Histórico
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Archivo Histórico “Prof. Urquiza Almandoz” – Colegio del Uruguay “Justo José de Urquiza”